El Palacio de los duques de Braganza (a veces simplificado como Palacio de los duques) fue construido en el siglo XV, en Guimarães, por Alfonso, I duque de Braganza para su amante. Cuando estuviera el rey con esta, ya tendría una residencia lujosa para los dos.
Construido en el siglo XV por iniciativa de Alfonso I de Braganza. El estilo borgoñés de este palacio refleja sus gustos, adquiridos en sus viajes por Europa. Estuvo desocupado cuando los duques se mudaron al Palacio Ducal de Vila Viçosa, periodo en que el edificio se modificó, perdiendo gradualmente su forma original.
Sin embargo el aspecto actual es una recreación, no exenta de polémica, realizada durante el Estado Nuevo. Esto se debe a que, en 1933, bajo el gobierno de António de Oliveira Salazar, fue transformado en residencia oficial del presidente, realizando una polémica campaña de restauración.
Algunas salas de su interior componen un museo, donde se destacan alfombras persas, tapices flamencos (con temática sobre las conquistas portuguesas en el norte de África) y pinturas, como el Cordero Pascal de Josefa de Óbidos o el retrato de Catalina de Braganza.
En homenaje a las proezas marítimas de los portugueses, el techo de la sala de banquetes reproduce el casco volcado de una carabela.