Los Toros de Guisando son un conjunto escultórico Vetón que se ubica en el cerro de Guisando, en el término municipal de El Tiemblo, en la provincia de Ávila (España).
Se datan entre los siglos II y I antes de Cristo, con preferencia a la creación en el siglo II a. C., durante la edad del hierro.
Se trata de cuatro esculturas realizadas en granito que representan cuadrúpedos, identificados como toros o verracos (cerdos sementales), con preferencia a la suposición de que se trata de toros, ya que algunas de las piezas presentan, en la cabeza, oquedades consideradas para la inserción de cuernos.
Las cuatro esculturas se encuentran costado contra costado, formando una linea en dirección Norte-Sur y todas ellas mirando hacia el Oeste, hacia la loma del cerro de Guisando, del que reciben su nombre, dejando a sus espaldas el arroyo Tórtolas, frontera natural que separa las comunidades de Castilla y León y Madrid.
La importancia de la ganadería para la subsistencia del pueblo Vetón hace suponer que estas estatuas eran protectoras del ganado, aunque ésta es solamente una de las muchas teorías planteadas en torno a la función de estas esculturas.
Los Toros de Guisando han estado presentes en obras literarias españolas de todos los tiempos. Miguel de Cervantes los cita varias veces en Don Quijote de la Mancha, en tanto que Federico García Lorca recurre a su valor emblemático en su obra Llanto por Ignacio Sánchez Mejías:
casi muerte y casi piedra,</br> mugieron como dos siglos</br>
hartos de pisar la tierra.El paraje da nombre al Tratado de los Toros de Guisando que allí se firmó en el siglo XV entre el rey Enrique IV de Castilla y su hermana Isabel I de Castilla (la futura reina Isabel la Católica), por el que éste reconocía la proclamación de aquélla como Princesa de Asturias y, con ello, la de heredera al trono.