La Puerta de Serranos (Torres dels Serrans en valenciano), es una de las doce puertas que custodiaban la antigua muralla cristiana de la ciudad de Valencia, España. Es de estilo gótico, de finales del siglo XIV (años 1392 a 1398). Su nombre parece provenir de su situación, al noroeste del casco antiguo, como entrada natural que comunicaba con los caminos que iban a la comarca de Los Serranos (el camino real de Zaragoza, que confluía en este punto también con el camino real de Barcelona). Otra teoría supone que pudo tomar el nombre de la principal familia que habitaba la calle homónima.
Es un gran referente de la ciudad de Valencia y uno de sus monumentos mejor conservados. De la antigua muralla, que se empezó a derribar en 1865 por orden del gobernador de la provincia Cirilo Amorós, solamente quedan estas torres y las de Cuart (del siglo XV), además de algunos otros vestigios y restos arqueológicos como la Puerta de los Judíos.
Los jurados de Valencia encomendaron su construcción al maestro Pere Balaguer, quien se inspiró en otras puertas góticas, con torres poligonales, como la Puerta Real del Monasterio de Poblet, con influencia del estilo arquitectónico genovés, o la puerta de San Miguel de Morella.
Comenzaron las obras el 6 de abril de 1392 sobre los terrenos del anterior pórtico. La composición del grueso de los muros es de mampostería muy sólida, ya que su función principal era la de servir de fortificación. Posteriormente se revistió de paramentos de sillería de piedra caliza, procedente principalmente de Alginet, para darle el acabado suntuoso que requería la otra función de carácter representativo.
En 1397, casi terminadas las obras, se planteó la necesidad de mejorar el acceso a la planta noble de las torres. Por eso se proyectó la monumental escalinata de piedra, que agrandó el edificio y facilitó su uso en las fiestas de bienvenida. En marzo de 1398 finalizaron las obras.
Su uso principal durante mucho tiempo fue servir de defensa en cualquier asedio o eventual ataque a la ciudad, pero más generalmente se utilizaba para ceremonias y entradas oficiales de embajadores y de reyes, y se la consideraba (y aún se la considera) como la entrada principal de la ciudad.
En 1586, después del incendio de la ciudad, las torres se reconvirtieron en prisión de nobles y caballeros, hasta el traslado de los presos al Convento de San Agustín en 1887. A partir de ese momento tuvo diversas utilidades hasta la actualidad, como servir ahora de museo o para diversos actos.
Durante la Guerra Civil Española fue utilizado como depósito de las obras evacuadas del Museo del Prado, tras realizarse una necesaria adaptación para tal fin. En este sentido, en diciembre de 1936 se construyó una bóveda de hormigón armado de 90 cm de grosor sobre el suelo del primer piso destinada a evitar que las obras de arte, alojadas en el piso más bajo, sufrieran daños en caso de bombardeo y derrumbe del edificio. Sobre esta bóveda se acumuló un metro de cáscara de arroz (destinada a actuar como amortiguador) y, sobre ella, un metro de tierra. En el segundo piso se acumuló otro metro de tierra y la terraza fue cubierta con sacos terreros. Además se instaló un sistema automático de control de la humedad y de la temperatura. Todo ello realizado siguiendo el proyecto, y bajo la dirección, del arquitecto de la Junta Central de Salvamento del Tesoro Artístico, José Lino Vaamonde.
Sus usos como prisión (como en el caso de las Torres de Cuart) hicieron que sobrevivieran al desmantelamiento de la muralla, pero también maltrataron el edificio, especialmente en su estructura interior. Así, se cegaron sus grandes arcadas abiertas al interior y se perforó el muro exterior por diversas ventanas, al tiempo que desaparecía la barbacana almenada que las coronaba. En 1871, el ayuntamiento decidió rellenar el foso situado ante las puertas, pero afectó a la visión y al aspecto de las puertas. Entre 1893 y 1914, la Real Academia de San Carlos, llevó a cabo una restauración dirigida por el escultor y académico José Aixá.
En el año 2000 se limpió la piedra y la puerta quedó con su aspecto actual.
En la actualidad las torres se pueden visitar y subir a lo alto, desde donde se tiene una vista formidable de Valencia. La puerta de Serranos se utiliza para varios actos de la ciudad. El más característico es la crida o llamada de la fiesta de las Fallas. El último domingo del mes de febrero, la fallera mayor proclama a los valencianos y falleros que ya están en Fallas, desde una tribuna levantada delante de la fachada exterior. Seguidamente se canta el Himno de la Comunidad Valenciana.
Шаблон:Commonscat Crida 2013, junto a las Torres de Serranos. Tradicional pregón en valenciano: "Ja estem en falles" (ya estamos en Fallas).